CARTAGENA DE INDIAS
Volví a Cartagena después de 17 años y me encontré con una ciudad hermosa, colorida, cultural y arquitectónicamente restaurada. Desde mi llegada al aeropuerto Rafael Núñez, un hermoso edificio de piedra ocre muy de acuerdo a Cartagena. Crespo dejó de ser un barrio aislado para integrarse a la ciudad amurallada a través de Marbella que ya se destaca por sus edificios de apartamentos que bordean la Avenida Santander.
Llego a Bocagrande después de contemplar el hermoso espectáculo de las murallas y el mar que casi se besan durante un largo trayecto hasta llegar a la Avenida San Martín donde comienzo a percibir el cambio que ha tenido Bocagrande. Muchos edificios nuevos y mucho comercio a lo largo de la avenida. Las pocas casas familiares que se conservan están convertidas en pequeños hoteles muy agradables para el turista descomplicado. La atención es “como en casa” , recomiendo el Hotel Siboney Real en la Avenida 3ª entre carreras 5ª y 6ª. Una casa preciosa de colores vivos con un enorme árbol en el patio de atrás de cuyas ramas colgaban alegres papagayos elaborados en llanta de auto. Las habitaciones frescas, cómodas, limpias y la atención insuperable…….cualquier tarde en el porche de la casa cuando la brisa comienza y el sol se oculta compartí con Celia de Liñán su dueña, un delicioso café y una agradable charla como si fuéramos amigas de toda la vida.
Cada mañana tomaba un rumbo diferente con el único propósito de ver la ciudad desde todos los ángulos. Nunca he sido una turista de compras ni de sitios elegantes o nocturnos…..prefiero el turismo que se hace caminando las calles sin rumbo fijo, viendo “pasar la vida” desde el banco de un parque cualquiera y conversando con la gente. El centro amurallado me encantó……sus casas recuperadas al tiempo y al olvido ahora tienen preciosas fachadas de colores ocre, siena, mediterráneos, provenzales y otros colores que van acordes con el mar, el sol, el cielo y las murallas que las protegen. Portalones preciosos, sólidos, enormes, ventanas que invitan a una serenata, aldabones zoomorfos y enredaderas que enmarcan las puertas como acogiendo al visitante y brindándole un poco de sombra mientras el sol cae verticalmente sobre la ciudad.. Los vendedores de frutas con sus carretas típicas, el aroma de la patilla, el melón, el níspero y el zapote, las vendedoras de bollos y queso, una mezcla de olores, colores y sonidos que conforman una alegre composición como las que describe García Márquez en sus libros. La India Catalina imponente testigo de la belleza de las calles que están dentro del recinto amurallado y el bullicio que viene de las tiendas que venden de todo al otro lado de la avenida.
Las pequeñas plazas son otro atractivo de la ciudad amurallada. Santo Domingo para degustar un café y ver pasar la gente, San Pedro Claver con sus bellas esculturas en chatarra representando los oficios tradicionales de la ciudad, la Plaza Fernández Madrid frente a la hermosa capilla de Santo Toribio, La Aduana donde se realizan algunos eventos importantes como el Festival de Cine “Bajo las estrellas”, La Plaza de Los Coches con sus bares que parecen sacados de una postal de la Cuba de los años 20´s, y en seguida el Portal de los Dulces donde nadie se puede resistir al olor y el sabor de la cocada de coco, de guayaba, de piña, los encantadores muñequitos de leche y un sinnúmero de delicias para endulzar el día a día de nativos y turistas. El Palacio de la Inquisición con su soberbio portalón, la Plaza de Bolívar donde se sientan jubilados, turistas, lustradores, estudiantes y mujeres con vestidos típicos a calmar el calor del medio día, a tomar un café o simplemente a ver correr el tiempo y el antiguo Convento de San Diego hoy convertido en la Escuela de Bellas Artes que sobresale por su colorido y su claustro interior.
Caminar por las murallas es una experiencia increíble, la brisa que viene del mar y las murallas soberbias abrazando la ciudad……el Teatro Heredia con la presencia del Maestro Grau en sus pinturas, el antiguo claustro de Santa Teresa, hoy convertido en un bello Hotel, el colegio Salesiano, casas enormes y abiertas al paisaje y al final las 23 bóvedas otrora cárceles y hoy día tiendas de artesanías, con una profusión de colores, texturas, formas y el trabajo increíble de nuestros artesanos……Los turistas que miran, compran, toman fotografías y el paso apresurado de los vendedores que ofrecen sus productos artesanales.
En una de mis caminatas llegué hasta el Castillo San Felipe situado en el Cerro de San Lázaro, la mayor muestra de ingeniería militar de la época, dotado de una serie de interminables túneles para facilitar la evacuación y de miradores para avistar la llegada de intrusos por mar o por tierra. Una vista preciosa de Cartagena, y muy cerca del castillo el monumento a los zapatos viejos en honor a Luis Carlos López, célebre poeta cartagenero quien habla de su ciudad con la sencillez y el amor que brota espontáneamente de su corazón.
“Noble rincón de mis abuelos.
Nada como evocar cruzando callejuelas,
los tiempos de la cruz y de la espada,
del ahumado candil y las pajuelas,
pues ya pasó ciudad amurallada,
tu edad de folletín.
Las carabelas se fueron para siempre de tu rada
ya no viene el aceite en botijuelas.
Fuiste heroica en tus años coloniales,
cuando tus hijos águilas caudales,
no eran una caterva de vencejos.
Más hoy plena de rancio desaliño,
bien puedes inspirar este cariño
que uno le tiene a sus Zapatos Viejos”.
Las iglesias están restauradas y presentan un aspecto encantador…..Santo Domingo con sus colores tierra, La Catedral con sus enormes lámparas, San Pedro y su maravillosa fachada, Santo Toribio, pequeña capilla solitaria en una esquina con una fachada como sacada de un cuento de hadas, la Ermita del Cabrero con sus torrecitas que parecen de juguete y la Ermita del Pie de la Popa rodeada de árboles enormes que le brindan frescor y sombra.
La Puerta del Reloj nos invita a entrar al recinto amurallado en medio de vendedores de libros viejos y al otro lado el Muelle de los Pegasos con dos enormes caballos alados que miran a la bahía. El Centro de Convenciones maravillosa construcción en piedra amarilla y la calle del Arsenal con sus construcciones restauradas imponen la alegría de quienes van buscando dónde bailar……y al final el emblemático Puente Román nos comunica con Manga, barrio tradicional, su muelle, y sus casas que guardaba en mis recuerdos…..enormes rodeadas de calados y bellas barandas torneadas, techos altos y corredores amplios donde se reunían las señoras a hacer labores y charlar de sus cosas……..Aquí hay un reclamo que hago con ojos de artista ……las casas se están acabando para dar paso a edificios de apartamentos…..qué tristeza ver las fachadas y detrás un enorme socavón de donde emergerá un nuevo edificio. Las pocas casas que quedan están destinadas a oficinas públicas o colegios y solo una minoría se conserva en buen estado. El modernismo acabó con la arquitectura de Manga y las casas que un día embellecieron el barrio y eran el orgullo de Cartagena ahora ni siquiera conservan sus fachadas o sus hermosas barandas, escaleras, balcones y corredores…….el cemento ahogó los árboles gigantescos que dieron sombra a muchas generaciones y los apartamentos desplazaron a las amplias habitaciones con techos altos, ventanas caladas y colores brillantes. Las mecedoras en los porches quedaron atrás y con ellas se fueron las tertulias de las comadres…….Este cambio no me gustó…..por qué no conservar las casas restaurándolas o remodelándolas en sus patios de atrás o en los amplios espacios que las rodeaban……el futuro llegó a Manga y arrasó con el romanticismo. Tal vez es más rentable pero no va con lo que yo pienso que debe ser conservar el patrimonio arquitectónico como herencia para las futuras generaciones…..en fin, solo soy una turista que ama las cosas bellas y quisiera verlas como las dejó hace un tiempo.
No podía regresar a Bogotá sin visitar Islas del Rosario en el precioso Yate Alcatraz. Un paseo inolvidable. Salimos a las 8am del Muelle de los Pegasos y recorrimos la Bahía de Cartagena dejando atrás Manga, Bocagrande, Castillogrande, Manzanillo para llegar a Boca Chica donde se encuentran los fuertes de San Fernando y San José, defensores de la única entrada a Cartagena. A partir de ese momento el mar se abre ante mis ojos mientras que por el lado izquierdo vamos bordeando Barú, la isla más grande de Colombia, siguiendo en tamaño Salamanca y San Andrés. Isla que está siendo recuperada para beneficio de las especies marinas y vegetales. Para alguien que viene de una ciudad donde el tiempo es oro y la prisa es el pan de cada día, el trayecto desde Bocachica hasta las Islas del Rosario se hace largo y lento pero el paisaje es tan hermoso que la única sensación que se experimenta es la de libertad…….Un barco de carga nos alcanza y nos supera hasta que se pierde en el horizonte, los pelícanos hacen círculos sobrevolando el océano hasta que encuentran la presa que buscan y caen en picada magistralmente……las gaviotas tijeretas embellecen el cielo con sus acrobacias…..y así después de un tiempo comenzamos a ver las pequeñas islas que hacen parte de Islas del Rosario……unas más grandes , otras pequeñitas pero todas encantadoras, el mar se torna de varios colores que van del azul profundo al turquesa y así nos acercamos al Acuario para ver la fauna marina y un paisaje de vegetación agreste. Los artesanos ofrecen sus productos y después de 1 hora vamos para Playa Blanca en Barú. El mar comienza a encresparse y un planchón nos recoge a unos 100 metros de la playa…..un delicioso almuerzo típico da paso al disfrute de una playa de arena blanquísima salpicada de árboles y palmeras. El color y la transparencia del mar nos hace olvidar que a solo una hora y media por tierra desde ésta idílica playa está el complejo industrial de Mamonal cruzando en ferry hasta llegar a Pasacaballos. Otra alternativa para llegar a Playa Blanca. A las 4pm tomamos de nuevo el yate y regresamos a Cartagena en medio de un mar encrespado pero con el corazón henchido de emoción y de imágenes que nos hacen agradecer el país tan hermoso que tenemos.
Esto es solo un pequeño esbozo de lo que es Cartagena vista con ojos observadores, descubriendo esos pequeños detalles que la hacen tan hermosa y deteniéndose en cada rincón para encontrar el alma que tiene cada ciudad..
Gloria Segura Z.
Bogotá Colombia