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Viajar es despegarte de tu mundo por un tiempo.

 PERU ALMA Y VIDA

 Escribe el relato: Dario Mira

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1 - Viaje de Ida
 

Martes me llama Cecilia, la gerenta de soporte, me dice si quiero viajar a Peru. "No, tengo ensayo de una obra que entré". Así que corté antes diciendoles que recién podía ir el jueves. "Por un ensayo me pierdo todo un viaje… " pensaba. Llamé a la empresa y dije que ya quería ir y podía, ya entraré a otra obra. Pero me dijeron que ya habían avisado a otro recurso de Chile para que viaje. "Uh, malísimo". Estaba hiper enojado y casi me peleo en la calle. En ese momento, me llama una chica peruana y me dice "Me pasas tu número de pasaporte, estoy sacando tu pasaje". Viajaba a la noche del día siguiente.
 

Me pasó a buscar un remisero y salí al aeropuerto. Cuando llegué a Ezeiza me di cuenta que desde chiquito no iba y que estaba muy cambiado. En el camino cancelé mis actividades, les avisé a mi vieja y a mi viejo. Mi abuelo me dijo que yo iba a llegar muy lejos, no sabia en qué pero iba a llegar lejos.

El viaje estaba tan emocionante... que me quedé dormido antes de salir. Quise abrir los ojos para la salida, pero se me cerraban. Dormí, después medité, vi "la Pantera Rosa 2". Buena peli.

Llegué y me esperaba una especie de limusina con mi nombre. En el camino empecé siendo simpático con el chofer pero observé que el único simpático era yo, asi que me callé. Entonces, el chofer comenzó a darme charla. Histeria masculina.

Hotel muy lindo, los peruanos tienen mucho lujo me di cuenta, desmedido y sin mucho estilo. Me pasa a buscar la gerenta de Focus en Perú. Me empieza a contar del proyecto. Muy complicado, me dio miedo. Tenía que convencer a no sé quién y pelearme con no sé quién por no sé qué. Me acordé que era un viaje de trabajo.

"No tienes novia por lo que veo. Digo por lo del Machu pichu". Extendí la vuelta para ir a pasar navidad al Machu Pichu. A partir de ese momento la charla se puso agradable. Muy buena onda, en un punto, pensé, demasiada. Pero son todos asi, buena onda, dan más de lo que reciben. Esta muy bueno eso.

El trabajo no fue tanto, hacia mucho que no trabajaba tanto igual. Terminé cansado, y me había levantado a las 5:30 por el cambio de horario. Medité por la mañana me bañé e hice unos saludos al Sol. Me dijeron que ese día era la cena de fin de año de Focus Perú.
Llegué a la cena, luego de haber trabajado todo el día, increíble el lugar. No vi nada asi en Buenos Aires, se llama Barranco, me dio ganas de estar con una chica. Era una bajada con mucho verde y buenos lugares. Entramos a un lugar muy pintorezco. Son esas cenas en que pensás que no es importante ir. Cuando llegué me dieron la fila de cabecera y todas las preguntas iban hacia mí. En el taxi de ida, estaba pensando que nada de lo que pase me iba a traer satisfacción. Ni una buena comida, ni una buena bebida... no me interesaba ir. Creo que estaba cansado de ver gente de sistemas.

Me pidieron un plato con mucho pescado. El plato comentaba todo lo que tenia y parecía enorme. Cuando llegó era un plato enorme y con un mínimo contenido. Cosa de restaurantes raros. Los vinos los había llevado Tael, un personaje. En Perú se llevan los vinos y te cobran derecho de corcho o algo así. Me sirvieron vino. Me empezaron a recomendar todo lo que tenía que hacer, yo simulaba que me interesaba. Creo que no tenían otro tema de conversación. Buena onda igual, pero ya me quería ir al hotel y la gente seguía pidiendo cosas. La gerente quedó que me llevaba devuelta. No daba más, eran las 22:30 y yo no daba más.

A la noche el picante me hizo de descongestivo, me tuve que levantar a buscar el papel higiénico.

Me levante bastante mal. Hice el Kriya, una respiración rara, con la nariz tapada. Pensaba ir en colectivo pero me sentía mal, taxi nuevamente. El taxi no tiene medidor se arregla el precio con el tachero, cada uno te cobra lo que quiere. Pero aprendi a que no me cobren mas de 10 soles.

 

2 – Vicenticos navideños

El segundo día de trabajo fue más potable. Los mocos se me caían de la nariz. En la cena de la noche anterior, me habían dicho que estaban todos en contra de nosotros, porque íbamos a corregir su trabajo. Yo no sentí nada de eso, hace rato que no siento la mala onda. Qué buena virtud que estoy adquiriendo. Un flaco me dijo algo así como… con mala onda, no me acuerdo la frase pero me dio mucha risa en serio y el flaco se rió después y se disolvió. Al rato me pidió ayuda con algo
En eso un chico que estaba en diagonal mío también me pidió ayuda, se la di. Le pedí su mail para que le mande la info completa. “relbocanegra@bcp.com.pe”. Ok, ahí entendí todo… No sé qué pero suena bien.

Nos miramos a los ojos…. Mentira, pero la mirada fue como de admiración mía por el apellido y su pasado y el flaco admirado de si mismo. Cuando volteé me preguntaba qué pensarán los ancestros si lo vieran trabajando en un banco. No me respondí.

Al mediodía le dije al comedor del banco que quería almorzar algo que no tenga ni carne, ni pescado ni pollo. Me miraron rarísimo. Todo en Perú tiene eso. Me hicieron un arroz a la cubana con banana frita, muy rico.

A la tarde mientras trabajaba, pensaba en llegar al hotel y bañarme. A la vuelta me llevó un compañero de trabajo tardamos dos horas. El tráfico de Perú es igual a esos días en que en Buenos aires no andan los transportes públicos y no hay semáforos. No se puede creer. Lo peor es que le indique mal el hotel y ya estábamos en el auto hacía dos horas y no le quedaba de camino. De todas formas, Willy tenía mejor humor que yo. Me dice si quería ir a cenar con un “pata” de él a un lugar muy copado. Buena onda nuevamente, “No, gracias”. Tenía la imagen de bañarme en el hotel y descansar. Casi inmejorable. Cuando pudimos encontrar el hotel, le agradecí e instantáneamente estaba en la ducha, demoré 1 hora por reloj.

Estaba para ir a comer al restaurante del hotel en toalla pero me pareció muy ostentoso. En la recepción estaba la musiquita de las tarjetas navideñas, me quedé un rato ahí y pensé “Pobre chica que trabaja acá que tiene que bancarse ese ruido solo porque el gerente lo dispone”. “Estas harta del sonido de la tarjetita, no?” “Lo que pasa es que no me anda la radio”. Ok, esta chica es rara. Pero cuando fui a cenar en el arbolito de Navidad estaba el mismo sonidito agudísimo y repetitivo tan agradable. Me acordé de una frase de Pablo Fraga, “el sonido no molesta, lo que molesta es la resistencia al sonido”. Así que intenté aceptarlo, si toda la gente que come ahí lo acepta porque yo no podía. A los 4 minutos y medio le pedí a la chica que por favor apagara el sonidito ese, creo que lo dije con el cuchillo en la mano porque la apagó inmediatamente. La gente que estaba comiendo me miró, se levantó y se fue. Espero que sea porque habían terminado de comer. Me quedé solo en el comedor y en silencio. “Por favor podrías prender el sonidito de la tarjeta navideña”.

En Perú son muy creyentes en … Navidad. Todo está iluminado con lucecitas navideñas, todo tiene mucho ruido. Creo que porque tienen fe en… navidad, por eso son tan buenas personas y hacen muchos favores.
Dormí plácidamente, le pedí a la gente del hotel que me levantaran a las 7:00. Ni llamaron, me levanté solo. Son buenos pero un cuelgue. Llegó el viernes, excelente humor. Respiré nuevamente, ejercicio y se me hizo tarde nuevamente.

El trabajo se me hizo casi leve nuevamente, dentro de lo que es trabajo. Salí y por primera vez tomé un transporte público, me arrepentí de no haberlo hecho antes. Los colectivos son rarísimos también. Se baja un flaquito estresadísimo y grita el lugar para donde va la combi hecha colectivo y tratar de convencer gente para que suba. Así me subí a uno que iba para cualquier lado y me bajé a la cuadra. Es increíble como viaja la gente. “Javier Prado, Javier Prado.” Y toman a la gente del brazo para que suba. En un momento se liberó un asiento y el flaco bajó gritando “Hay asiento libre!!!”
Llegué al hotel, me tomé una cerveza con frutas y un maní. Me bañé y me fui para Barrancos, a pasar una noche... una nocheeeee.

3 - Perdido en Lime

Llegué a Barrancos por recomendación de Lucas, un “pata”(amigo en peruano) que es habitué de Lima. Llévame a “Larcomar”, le dije al taxista. Te llevo pero te convendría ir a la plaza Kenedy que es cerca. Bajé en la plaza Kennedy y quería comer. Entonces, veo a un grupo de activistas en contra de comer carne. No sé por qué tenían cara de enojados. Muy protestantes. Me acerqué a uno con miedo y le pregunto sabes algún lugar… y ya me miro con ganas de discutirme. Tartamudeé un poco y le dije, algún lugar que vendan comida vegetariana. Le cambió la cara. Y me indicó adonde quedaba… “Ben Briches”, no se llamaba asi pero entendí eso. Obviamente, después de cruzar por la iglesia de Lima con un pesebre con la cancioncita de navidad, llegué al restaurante y estaba vacío. "Por qué está vacío?" le pregunté al mozo. "No sé, es medio tarde". Quería pedir Omelet con queso, había, pero pedí un guiso de carne vegetariana porque el mozo quería que pida eso.

Paseé por la plaza y encontré lo que estaba buscando… un pullover Peruano. Encima tenía capucha y cierre. Azul con blanco. La señora mayor que lo vendía me dijo un precio para que lo baje. Me pareció increíble y barato de todas formas, así que le baje dos soles para que ella no se sienta mal. Calculé que con esa compra había ganado 50 soles que podía gastar esa noche, gasté plata para poder tener más esa noche. No tiene mucha lógica.

Fui para Larcomar (con mi busito nuevo, estaba contentisimo), un lugar recomendado por todo los peruanos. Es a la orilla de la playa, metido por debajo de la calle. Hay que bajar una escalera. El lugar era paradisíaco, hay una barandilla que separa el mar que está como a 200 metros abajo tuyo y hay una zona de un bar que está arriba de un médano común y al borde de un precipicio al mar. No me parecía seguro pero era muy lindo. Larcomar es un centro comercial para jóvenes con boliches y comercios. Entré un bar, el único que no había que pagar. Aunque una vez adentro me dijeron que la consumición mínima era de S/25 y todos los tragos estaban S/24 o 22, una porteñada.

El bar tenía habitaciones chiquitas y tenía vista al mar y a una cruz iluminada en blanco. Llegué y había lugar solo en la barra. Así que me acerqué a dos grupitos femeninos y le pregunté a cada una por separado si me podía sentar ahí. Las dos me negaron, creo que estaban ocupados y se les complicaba hacerme un lugar. La verdad es que yo estaba muy positivo, ni me importó. Me senté en la barra. Cuando empezó la música observé que la voz no era original. Quién canta? le pregunté a la moza. La chica de allá. Ah, era un canto bar sentados. Buenísimo, el lugar me hizo acordar al cantobar de la película “Perdidos en Tokio”. Estaba muy contento. Era una linda noche. La camarera la primera chica del viaje que me parecía atractiva, con el resto no tuve onda y no nos gustábamos mutuamente. Me hubiera gustado que este Daro, para que me diga, “Viste que linda comisura de labios que tiene esa“ o cosas así que solo Daro ve. Le pedí un papelito para pedir una canción. Me trajo la carta de canciones y me pedí “Celos de Mi Guitarra” de José Luis Perales. Todos pedían canciones de joda, pero yo tenía ganas de escuchar y cantar esa. Entregué el papelito y me dije "bueno… hasta que no me toque a mi no me voy a poner nervioso”. Me traen el micrófono al instante que pedí la canción. Uh. Me dicen que no está esa canción. Que le diga otra canción rápido. Me salió “Color esperanza” de Diego Torres. Malisima. Comenzó el tema y estaba bien, la cante entera, al final ya estaba aburrido y la gente aplaudió. Aplaudían a todos igual me di cuenta. Lo disfruté más cuando terminó que cuando la cante.

Salí del lugar después de dos horas, los peruanos cantan muy bien naturalmente. Entré a otro lugar. Esta vez era un boliche. Gente muy ajena, diferente a lo que había conocido hasta el momento. Mucha histeria, mucha imagen, muy “top”, uff. Me sentí muy solo, podía haberme ido, pero tenía ganas, muchas, de conectar con alguien. Hasta el momento no había podido conectarme con nadie, apenas conmigo por momentos. No encontré otro remedio que emborracharme. Me pedí un whisky, después otro. Fumé cigarrillos. Ahí estaba sonriente y rodeado de gente, pero solo y angustiado por dentro. Eran pensamientos tan internos que el momento no los visualicé y solo bailaba y buscaba un poco de cariño.

Bailé con una chica que se fue en la mejor parte, no sé cómo hacen para desconectarse tan fácilmente, yo seguía ahí. Al rato la veo con un chico, “debe ser su novio” pensé para consolarme y... otro trago.

Arriba en el vip una chica me parecía linda. Le pregunto con señas si quiere bajar y me dice que no. Al rato estaba abajo así que nos pusimos a bailar. Vestía un babydoll arriba y un jean. Era muy linda y bailamos largo y tendido, la invité al día siguiente a que me saque de paseo. Me salió el perro faldero, pero la verdad tenía muchas ganas y con la borrachera ya casi que sentía cosas por ella. Era el cumpleaños de su madre, me dijo.

Intercambiamos datos para volver a vernos, cosas de borrachos. Antes de irme le regalé una lucecita que me dieron para el carnaval carioca o algo así.
Salí bastante perdido en todo sentido. Tomé un litro de agua para limpiarme de todo antes de llegar al hotel y dormirme. Antes busque una último intento de "quereme", dos chicas que piden un taxi, van para "San Borja"?. Con el pullover azul puesto no podía perder: "No". "Ok, ahora sí, a dormir por favor, no doy más. Gracias. firma: El cuerpo".

4 - Vamos bien así o…

El sábado amaneció temprano y con un golpe en la cabeza que me recordaba la noche anterior. Podría ser peor, pensé. Me bañé y miré Estudiantes contra Barcelona, mientras hablaba por chat con Seba. Buenas mañanas, no tuve un solo día de Sol en Perú, tampoco de lluvia, es cielo siempre es blanco nublado, parece que va a llover pero no llueve. Se hizo tarde para desayunar así que bajé y le pregunté adonde ir a las chicas de recepción. Son divinas, siento que quieren charlar más pero no se animan o no se lo permiten. Adonde puedo ir a almorzar? A la Plaza San Miguel... Buenísimo dije, me encantó. Una plaza? Joya, dije. Me fui a tomar el bus. Me subí al primero que pasó sin preguntar. Pensaba ir hasta la terminal o algún lugar que pinte, sábados de libertad. Me da el boleto el cobrador y le digo hasta Plaza... Sí, te aviso.

Me bajé en la Plaza esperando un hermoso paisaje verde. Bajé y no veía nada, pregunto para donde es Plaza...? Y me dicen ahí. Tremendo Shopping llamado Plaza… tamadre… No tenía ganas de entrar a un shopping pero ya tenia hambre. Entré con mal humor y me senté para pedir unas pastas anti resaca, lasagna vegetariana, con mucho pan. Le pedí cuatro veces el pan y nada. Uh, que mal humor. Me acerqué al cajero y le dije "me podrías pasar pan". "Te lo tengo que cobrar". "Yo no puedo comer pastas sin pan". Me sonó a nene caprichoso, pero estaba molesto, tenía dolor de cabeza, mocos, hambre y se me enfriaban las pastas. En eso veo que pasa por atrás mío la chica con el pan para mi mesa. Les pido disculpas a todos. Decidí que debía comer rápido y volver.

Me fui a comprar un pan de jabón para lavar la ropa. Entré al súper para comprar y me encuentro con una banda de música navideña en vivo. Y bueh, a lo mejor es arte, pensé… Eran ráfagas de arte.

Volví al hotel y les dije a las chicas que esperaba una plaza con verde, naturaleza y se mataban de risa. Siesta hasta la noche.

Me levanté tarde, me vestí y esta vez les expliqué bien a las chicas que quería. Me llevaron a una zona bohemia y bien autóctona. Llegué como observador a una plaza real, lugar raro. Había algunas pandillas y esas cosas pero me sentía cómodo. Increíble conseguí un sándwich de Palta, huevo y tomate riquísimo. Le pido uno y el tipo me dice, “te separo otro”. Efectivamente, fui por el segundo.

Mientras comía el segundo sándwich, veo una persona que pasa y me mira fijamente la riñonera. Yo estaba comiendo en una escalera. Y el tipo desorbitado comenzó a caminar en dirección hacia mi. Levantó la vista y avanzó hacia mi a mirándome a los ojos. Yo lo miré fijamente y no me asusté. Se acercó a una distancia mínima y nos seguíamos mirandonos a los ojos. Sorprendentemente, siguió caminando y se quedó a dos paso de espaldas a mí. Me levanté y me fui por las dudas. Vaya uno a saber que estaba pensando. No daba por estar caminando tan libremente así que entré a un lugar de 5 soles, barato comparado con los 100 soles que me querían cobrar la noche anterior(al final pagué 20 soles para ayudar a Jony que era un chico de la calle, difícil de explicar).

El boliche era muy autóctono. No podía entrar en ritmo, estaba observando, no me hacía falta tomar, estaba muy bien. Wow, como bailan… como explicarlo. Muy cerca uno del otro. Los hombres casi que no bailan y se abotonan a las chicas que bajan y menean hasta la ceja. Gracias Perú! Saqué a bailar a una chica, y a los dos minutos se da vuelta dándome la... espalda y empezamos a hacer el baile, onda meneaito pero con música de Perú. Yo no entendía así que me agaché un poco para preguntarle… “Vamos bien así o...” La flaca se incorpora me mira “Qué?”… "Nada…", al rato “Así se baila o....” (me estoy yendo de mambo). No me dijo nada. “Disculpá, que pensás del golpe de estado en Honduras”. Bueno, seguimos bailando y la fiera se despertó en mí. Es imposible, no se puede.
Me parece que no era tan así, o sea mucho, no? La chica me dice “No me gusta esta música” y se fue a sentar. Ja! De repente... algo hice mal obviamente. Después saqué a bailar a otra y tenía un poco de culpa así que ni me le acerqué. Se aburrió porque bailaba lejos me parece. No tengo punto medio. Me arrimé a la que había bailado antes a ver si estaba enojada. No, todo bien, pero no bailaba más. “Ok, sabes para ir a otro lado”. Mi pregunta iba referida a que lugar podía ir yo después de ahí. Era temprano, tipo una. En ese lugar cierra todo a las tres. “Ella me responde, no vamos a ir juntos a ningún lado?” y se ríe. “Qué?? Ah…eh.. a no?” Linda chica, tenía una boca muy sensual. De repente la vi con otros ojos, ah, había chances…? Bueno no sé, insistí un poco y creo que me estaba histeriqueando pero me aburrió y me fui. Entré a otros lugares, bailé un poco más. Lo disfruté todo. Se hicieron las 2 y me fui a dormir joya, impecable.



5 - Misa con Eva

El domingo me levanté con muchas ganas de vivir. Amanecí temprano y fui a desayunar. Me volví a acostar, siesta mañanera y me preparé para ir a comer a algún lugar. Las chicas, que ya me conocían mejor que yo, me recomendaron Barrancos. Con los taxistas siempre me pasa lo mismo, le bajo el precio y después como me llevo tan bien termino pagándole el precio que dijeron inicialmente. Todos me comentan, sin introducción, “Que la sigan chupando eh”(Les encantó la frase del Diego)… En general no tienen introducción al tema, como mi amigo el pelo. Te empiezan a hablar pensando que vos estas en su cabeza. Llegué a Barranco y había un grupo de Capoeira practicando en la calle. Música en vivo y baile, combo letal para que me quedara una hora mirando. Subí por una escalerita a un mirador muy turístico. Se veía el mar, las montañas, gran paisaje. Me compré una pulserita de… algún cereal. Y, mirando el lugar, tenía ganas de estar ahí, aunque no había nadie. Así que me las ingenié para bajar y llegar a unas rocas en las que el mar pegaba. Me di cuenta que había un sendero para llegar mucho más fácil. Cuando reaccioné adonde estaba, me subió una gran emoción. Había llegado después de todo hasta ese lugar, se me llenaron lo ojos de lágrimas.

El mar tenìa una sonido como a pequeños truenos cuando la ola regresaba. Una mùsica fuerte, natural y gratis. Así que acampé ahí entre las piedras. Las piedritas era my suaves. Comencé a tirarlas contra el mar. Antes de tirar analizaba las piedras y así observé una que parecía pintada a mano. Era de color azul con círculos blancos y además era muy suave al tacto. Me la guardé en el bolsillo. Encontré otra con perfecta forma de corazón que también guardé. Estuve un ratito y me dio ganas de meditar. Cerré los ojos y comenzó el viaje.

Estaba en el límite justo en que las olas llegaban, por eso a veces me salpicaba alguna ola. La meditación fue especial, el sonido y el olor a mar me daba mucha paz. Pero cuando me salpicaba el agua me desconcentraba así que me paré para buscar otro lugar. Tomé una piedra que había visto, grande y perfectamente circular.

En ese momento... una chica que no había notado antes, me llama con la mano. Me acerco y comienza a preguntarme que era lo que estaba haciendo. No me miraba a los ojos cuando me hablaba, estaba muy avergonzada. Tenía un gorro y miraba para abajo. No podía verle la cara. Estaba meditando, le conté. Me estaba empezando a preguntar si le podía enseñar. “Querés que meditemos juntos?” interrumpí. Sonrió.

Entonces empecé guiarle una meditación. Ella escuchaba y seguía los pasos con atención, me volteé a mirarla y estaba con los ojos abiertos así que le dije que los cerrara. Comenzamos y era muy lindo, yo lo estaba disfrutando mucho. Me daba risa que a veces el mar hacía mucho ruido o ella no me comprendía la palabra. Yo le decía “llevamos la atención al entrecejo”. “El qué?” me decía con la misma voz lenta que yo le hablaba. Que risa.
Meditamos por cuarenta minutos aproximadamente. Cuando le dije que abriera los ojos, le pregunté como estaba. Sinceramente, no sabía lo que me iba a responder. Me dice: “Que lindo” Estaba emocionada… levantó la cabeza y me miró. Tenía unos ojos súper chiquitos, casi solo pupilas. “Nunca había hecho esto. No me lo voy a olvidar nunca, lo voy a llevar por siempre en mi corazón”. Que hermosura de persona pensé.

Entonces me empezó a hacer preguntas como si yo fuera un sabio. “Y cuando uno tiene mucho miedo de algo que haces? Vos por ejemplo que viajas solo? Cómo haces con el miedo?”. Yo le respondía todas las preguntas con seguridad, me sorprendía de mí. “Primero me fijo de donde proviene el miedo, porque generalmente son imaginaciones que la mente hace sobre el futuro. Si volvés al presente el miedo desaparece. Y si todavía persiste está bueno enfrentarlo”. “Ah…”, no me cuestionaba nada y me hacía una nueva pregunta sobre otro tema.

“Crees que estamos en armonía con el universo?”. Entonces cantamos “Ohm” cuatro veces. Una se lo expliqué y el resto juntos. Ella sacó una libreta y comenzó a anotar todo lo que hablábamos, hasta la meditación que hicimos. Y todo le sorprendía, era como una niña. Fue un encuentro muy lindo. Coincidir es amor. Seguimos charlando. Entonces ella quería enseñarme algo y me mostró una técnica de relajación en los pies. Eran masajes en los pies muy buenos y descontracturantes. Me explicaba cada órgano adonde estaba en el pie. Después me hablaba sobre ángeles y me enseño unos ejercicios físicos para antes de dormir. Le pregunté el nombre: “Eva” no podía llamarse diferente. Eva estaba ahora muy suelta.

En un momento me dice que yo era una persona de gran corazón que parecía un angel. No recordaba que me hayan dicho algo tan lindo (sacando a mi madre obviamente). Pensé en Flor que dice que cuando uno acusa a agluien con el dedo, tres dedos te apuntan hacia vos. Ella era tres veces más angel que yo.

Entonces cayó un poco la oscuridad en la playa y el frío. Por suerte tenía mi super pullover con cierre y capucha. Antes de irnos de la playa le mostré las piedras que había encontrado. "woooowwww..." No podía creer así que le dije "elegí una". "no elige vos" y le regalé la del corazón y la grandota redonda. Me quedé con la azul.

Nos fuimos caminando hasta la plaza. La charla era muy fluida y nos llevábamos muy bien. Hablamos de cosas más mundanas. Tenes una vida increible, me decía. Entonces pasamos por la Iglesia y yo quería entrar a conocerla. Al entrar gente rezando y unos chicos tocando la guitarra y cantando. Nos acercamos a ellos. Y por micrófono anunciaron “En quince minutos comienza la misa”. Buenismo, pensé. Mi primera misa.

Comenzó a hablar el cura y se basó en una frase "Busca a Dios, Encuéntralo y ámalo". Explico cada palabra, muy lindo. Me di cuenta que todos buscamos lo mismo. Ella me dijo "no vi a nadie mirar la misa con tus ojos". Eva era pura poesía. Le confesé, "nunca estuve en una misa". Abrió los ojos y pude verle el color blanco. Le hice señas de silencio "shh" y comenzó a reirse. Ya sos católico, tenés que ir todas las semanas a una. Vamos a que te den la ostia. Que tengo que decirle al cura, le pregunté. "Amén". La ostia no tenía gusto a nada, pero mal, mal, mal eh... tipo papel, malmalmal... no era mejor dar una papa frita? Perdón.

Bueno, Eva me fue a mostrar el Santo Peruano. Era de color café a diferencia del resto y encontró en el suelo un dige del santo de madera y me lo regaló. Que lindó, me encantó. Me enseñó algunas cosas de la iglesia. Que en el pesebré "el niño" se pone a las 12 de Navidad. Pensé pobre cura tener que estar solo en la iglesia para poner el muñequito a las 24hs del 24.
Salimos de la iglesia, y nos abrazamos por largo tiempo. Nos estábamos despidiendo, ya le había pasado mi mail. Ella no tenia. Fue un momento muy lindo. La despedí y empecé a caminar, pensando en ella...

En eso me toca la espalda, era ella devuelta. Me abraza nuevamente. Podríamos habernos besado pero no surgió. Estaba bien así. Entonces me pide mi dirección de Argentina real. La anota y saca un libro "el Secreto" y me lo regala. No podía aceptárselo, eva es muy humilde y le debe haber costado mucho ese libro. "Si yo te lo doy es porque quiero que sea tuyo". También me da una pulsera con todos los santos. Que lindo, yo no tenía mucho para regalarle. Ah sí, le di la piedrita azul con blanco que tenía y la invité un arroz con leche. Nos sentamos en la fuente a comer el arroz con leche. Ella me dijo, "desayuna como un rey, almuerza como un principe y cena como un mendigo". Me dio risa, "¿ah te referís a que tengo que pedir plata para cenar?". "Sos una gran persona, de gran corazón" me dijo, "pronto tendrás tus hijos me dice con una persona que ames, no te preocupes". No le había comentado nada de eso, pero fue lindo lo que me dijo. Eva veía más allá de lo que se ve.

Nos abrazamos nuevamente, esta vez el abrazo fue interminable. Nos dimos un beso en la mejilla, largo y me acompaño a mi taxi devuelta al hotel. Estaba en armonía con Perú. Al llegar no me molestaban las músiquita sde navidad. Hasta podría haberle dicho, podrías ponerla más fuerte. Les dejé el libro a las chicas y me fui a buscar una cena liviana. Al llegar, a una le pareció interesante el libro, lo noté, no me dijo nada. "Te dejo el libro para que lo leas". "No, no lo va a leer usted?" "Si otro dia", se lo quedó contenta.


6 - Solo Transición Lima Cusco

El lunes y el martes de la anteúltima semana de diciembre fueron exclusivos de trabajo. Difícil, cansador y exhaustivo. El final del trabajo fue defender lo que había hecho contra un equipo de trabajo que peleaba por lo suyo. Feo momento, me quedé mal. Fue la otra cara de la moneda de este viaje. Stress, pelea, discusión. Decepción de la gente con la que trabajaba, presiones. El martes terminó mi trabajo a las 22 hs de la noche y con dudas sobre mí el tiempo aplicado en ese banco. Gente con tanto miedo, todo el tiempo me decían, "pero que digo arriba". Después descargaban ese temor hacia mí con sequedad.

Es terrible como cambia todo, después del domingo con Eva en armonía, el martes terminé el día sin confianza en mí, en lo que estaba haciendo, y con dudas sobre mi presente laboral. No pude ver la divinidad en los ojos de esas personas agresivas. No pude verme desde otra perspectiva. Perdí la fe por momentos. Me fui a dormir enviando el mail a Focus con el informe del trabajo realizado.

El miércoles arrancó tarde y con un descanso reparador. Desde la empresa a la que trabajo me llego un mail. Mi negatividad esperaba una disconformidad por el informe que había enviado. Sin embargo, me llego un "excelente trabajo, querés quedarte una semana más en Perú para seguir yendo al banco pero a otro sector?". Luego de pensarlo mucho, el momento en el que estaba respondió que no quería quedarse.

Fui a cobrar el dinero del trabajo realizado y a partir de ese momento la moneda se dio vuelta nuevamente para mostrarme la otra cara. Entendí entonces que la otra cara de la moneda tiene que estar para poder disfrutar la cara positiva de la vida.

Salía en 4 horas para Cusco, la tierra prometida para todo tipo de descanso. Me fui a caminar por Miraflores hasta la playa, treinta minutos a pie. Llegué a una estatua de veinte metros iluminada desde el suelo. Eran dos personas abrazadas y acostadas. Cien metros abajo estaba la playa, también desierta. Bajé por un barranco y llegué a la playa. Al llegar, comencé a caminar por la playa hasta que acampé en una zona agradable. Cerré los ojos para concentrarme en el sonido del mar. Esta vez cuando las olas de vuelta al mar rozaban las piedritas eran como pequeñas risas suaves multiplicadas. Al abrir mis ojos era totalmente de noche. El tiempo voló entre meditación y 'dormitación'.

Había olvidado por completo el arduo día de trabajo.

Tenía mucha energía así que me fui a caminar en sentido contrario al que había venido para encontrar una subida a la civilización. No encontraba nadie en mi camino como para preguntar, alrededor mío era solo un mar las piedras, arena, montañas y yo. Algunos autos pasaban a toda velocidad por la carretera. Estaba tranquilo de todas formas, no tenía pensamientos negativos. En ese momento encuentro a una persona del lugar y me dice que no siga caminando que me estaba por meter en "barrio malo". OK, volví cantando por la playa. Estaba volviendo a la armonía del domingo. Mucho tiempo de soledad necesitaba gente. Así que subí a Larcomar, visite algunos museos, nada interesante. Lima esta lleno de casinos, asi que entre en uno y jugue un poco de plata. Es imposible salir satisfecho del casino, la frase "si hubiera" todo el tiempo surge en tu cabeza. Volví al hotel para hacer los bolsos y dejar el hotel.

El hotel tenía pulgas, el cuerpo me picaba terriblemente. El taxi llegó mas tarde. Lima no se merecía un final tan desagradable. Me fui a tomar el avión hacia Cusco a las 6am.

El viaje fue corto, en una hora y media estaba en el hotel reservado. El hotel reservado no tenía lugar.

Estaba en Cusco, las calles eran subreales. Abundaban las piedras de gran tamaño para todo.

Sin embargo veía mucho turista, era como una Villa Olímpica, todas las naciones en un lugar. Me decepcionó un poco tanto turismo.

Era 24 de diciembre, mi objetivo para conseguir un hostel en el que haya gente, tenía miedo de pasar la navidad brindando solo. Era banal pero era mi única preocupación. El que había reservado estaba lleno. Conseguí un hostel muy humilde a 3 dólares la noche. Después de la pulgas del hotel de de Lima, descarte que mas caro es mejor. Fui hasta la plaza principal. Todavía sin entender mucho adonde estaba.

Y creo que la altura me estaba haciendo mal. Cusco tiene un sistema automático anti estrés. Cuando caminas rápido, comés mucho o te preocupas por pequeñeces, automáticamente, por los tres mil quinientos metros de altura sobre el nivel del mar, comienza a dolerte la cabeza y te sentís abombado. Me fui a dormir una siesta, hasta la mañana de vísperas de navidad.

En cusco tenía poco tiempo, entonces apenas me levanté fui a sacar pasajes para el Machu Pichu. Una vez que los conseguí sin agencia de turismo me relajé un poco más. Estaba todavía apunado, así que me compré unas hojas de coca y aprendi a masticarlas. Llovía y estaba en ojotas, me compré un par de medias porque tenía frío en los pies. Fui a un comercio que era un baño público limpio por s/0.50 el papel. Venía complicado así que compre dos. Volviendo para hostel entré a un museo del Dios del Sol. Quería absorver un poco de esa energía. Cuando lo estaba recorriendo escucho un coro y gente cantando. Lo disfrutaban, estaban practicando para la misa. Comencé a hacer mi respiración diaria en la iglesia. En la mitad del Kriya(esta bien así, daro?) me interrumpe una señora, "estamos cerrando...". Ok, traigame la cuenta por favor. Fui a la plaza central, se largo a llover mucho, así que no me quedó otra que entrar a los videos juegos. Desafiaba a los chiquitos que jugaban al juego que mejor se jugar. Quería hacerme el canchero: “como se juega a esto?” y después ganarles a todos. Pero no fue así, creo que perdí la magia, me mataban todos. Ya había parado de llover hace rato, no tenía mas excusa para quedarme.

Llegué a la plaza principal, y nunca vi tanta gente junta. Había mucho bullicio en diferentes idiomas. Muchas tiendas de venta de cualquier cosa. Desde pastito para el pesebre (reutilizable para camellos) a triples para enchufes.
No me interesaba nada. Estaba con mi terrible obsesión de no pasar solo la navidad.

Fui a oficina de turismo, el cual era un lugar de venta de excursiones asi que no tenía idea lo que le estaba preguntando.

En ese momento me encuentro con una española que vendía tortitas en una canasta para ayudar a los chicos del hogar. Ayudando a almas carenciadas seguramente podría sanar mi soledad de vísperas de navidad. La ayudé a vender unas tortitas, asi que fue a buscar más y la acompanié. Cuando llega le pregunta a su compañero si sabe adonde puedo pasar navidad. Me da la dirección de un bar de ellos para ayudar a chicos carenciados. Bueno, me despidieron y yo al menos tenía algún lugar adonde ir.

En eso una chica pasa y se me queda mirando a los ojos. Era linda asi que le digo “hola”. "Queres masajes?" me dice. Bueno, quince soles y entré a un santuario para que me haga masajes. Lo disfrute, todo el tiempo intentaba focalizarme en que eran solo masajes y nada más. Así relajado fui para el hostel.

Del avión había guardado un pan dulce personal. Era tarde, no sabía que hora era igual. Podría ser hora de empezar a preparse para salir a la cena de navidad. Pero en ese momento me desprendí de la obsecion por compañía y me comí el pan dulce personal como para festejar navidad y me quedé dormido.


7 - América Mía

Me levanté y prendí por primera vez en todo el viaje el celular. Era Jueves 24 de Diciembre a las 10pm hora Argentina. Si le sumaba dos horas, estábamos en navidad. Buenísimo, ya había eliminado la presión de no estar solo en Navidad. Salí de mi habitación y saludé con unas efervescentes “felicidades”, me miraron raro, miré la hora de ellos. Ah, eran las 10pm efectivamente. El celular tenía un sistema para poner la hora local que desconocía. No quería salir todavía, me fui a meditar media hora al cuarto. Fui al restaurante de la española que había conocido. Estaba cerrado. En eso, un hombre me para en la calle: "Argentino?" "Si" "Querés marihuana, cocaína?". Me causó “gracia” que asocie mi país a las drogas. En serio, me dice. Le contesté con mi cara de negación y un poco indignado.
Fui a la plaza central. Llovía y las únicas personas que había eran unas personas tiradas en un techo. No tenían nada que festejar. Podía haberme unido a ellas, pero tenían una energía muy baja. Me los quedé mirando un rato bajo la lluvia. Me dio pena pero no podía clavarme con eso. Yo tenia mucho que festejar. Buscaba un lugar autóctono, pero nada. Así que entré a un bar irlandés. Pedí comida y la cocina ya estaba cerrada. Salí rápidamente del lugar, caminé entre las personas sin hogar nuevamente, miraba los rostros, eran rostros perdidos. Mi sensibilidad me dio tristeza así que evadí la situación, no tenía ganas de deprimirme en Navidad.

Entré a un hostel, lleno de turistas también. Hay comida? Si, obvio. Doy una vuelta recorriendo el lugar para encontrar el baño e inspeccionar el lugar.
En el análisis, tenía para pasar mis navidades con una pareja y una chica que estaban en la barra o con una chica sola.

Elegí a la chica sola sentada en la barra. Tomaba su vino y fumaba cigarrillos.

La chica, era muy linda por lo que se veía. Me senté a su lado, en realidad, dejando un asiento de por medio, para que no sea tan obvio.
Dejé pasar un tiempo en silencio, ella me aceptó corporalmente, había notado mi presencia.

Yo estaba apático, creo que me había dejado mal ver las navidades de otras personas sin nada para festejar.

Luego del silencio, lo interrumpí yo con un “como yo, sola en navidad?”. No sé me ocurrió nada más inteligente. Había pocas probabilidades que hable mi idioma. Igual me respondió en español. Sí, sola y contenta. Ok, quizás le molestaba hablar, pensé, pero se refería a sola sin familia. Era muy joven y tenía una belleza fuera de lo común.

Sus ojos estaban rodeados por largas pestañas, su boca tenía los labios perfectos, la dentadura también, y la nariz era muy finitia. El pelo lacio y largo. El cuerpo hacía armonía con su perfecto rostro.
Cuál es el que me falta? Me señalo una foto de los Beatles y me dijo. “John, Paul y Ringo”. “Harrison” le respondí.

Sabías que Paul murió en el año 65. Hablamos sobre el mito que dice que Paul Mccarteny fue remplazado por un doble para que no baje la fama de los Beatles. Yo era muy escéptico al respecto. No me imaginaba John permitiendolo. De todas formas sirvió para conocernos un poco más, por ejemplo que su nombre era Melissa y que era de Lima.

Le dije que estaba contento de pasar mis navidades con ella. Entramos en confianza muy rapido. Le conte que iba a ir a Machu Pichu maniana y ella dijo que podría venir conmigo. Rápida y amenamente se hicieron 25 de Diciembre a las 0hs. Yo me había ido a la ventana a ver los fuegos artificiales de la plaza central de Cusco. No había mucho por la lluvia. Pero en eso me tocan la espalda suavemente. Feliz Navidad, era ella que me había venido a buscar para brindar. Brinde con ella en cusco, estaba muy bien. Le dije que se quedara conmigo viendo la plaza pero me dijo que le tenía miedo a los fuegos artificiales. Que ternura. Nos fuimos a sentar. Al rato viene una pareja y se sienta al lado nuestro en la barra. Les pregunté si conocían la historia de Paul y me dicen que “Sí, obvio”. Quizás en su país era más conocida, pero eran dos hermanos argentinos también.

Melissa, de repente, sin haberlo consultado conmigo, le dijo a la pareja que íbamos a ir a un boliche, que si querían nos encontrábamos ahí. O sea me incluyo en su tour a bailar. Me puse contento internamente.

Los argentinos se despidieron, y nosotros bajamos. Con Melissa tomamos dos copas de vino y yo ya estaba bastante mareado. Bajamos a la Plaza de Armas y la cruzamos caminando muy juntos sin abrazarnos: mezcla de mareo, frío y ganas de estar cerca del otro. Les compré unos chicles a unos chiquitos por dos soles. Les di uno a cada uno, los chicos querían dos soles cada uno y Meli se enojó conmigo y con los chicos, les dijo que no le iba a comprar nada por desagradecidos. A Meli no le gustaba dar plata a la gente que pide, decía que es alimentar la carencia. Yo le dije a que mi me gustaba dar. Durante todo el viaje siempre que vinieron a pedirme monedas, de alguna forma algo les daba. Ella no entendía por qué, yo no se lo podía explicar bien.

Llegamos al boliche que se llama Africa Mía, ni bien entramos fuimos a la barra a pedir un trago. No nos atendían, por lo que Meli, se pasó del otro lado de la barra y le tocó el hombro al barman. El flaco se sorprendió, creo que nadie había hecho antes, le pide que vaya para el otro lado de la barra. Después hacía como que atendía a la gente. Era muy divertido. Nos trajeron el trago y lo pagamos. Nos fuimos a la pista a bailar. Meli bailaba muy bien y me miraba cuando yo bailaba, lo estábamos disfrutando mucho. Por momentos nos olvidábamos que había más gente, había conexión entre nosotros, mucha. En un baile comenzamos a posar nuestros rostros cerca del otro. La situación la cercanía de caras se prolongo. Yo anhelaba mucho un beso, así que puse mis labios cercas de los de ella. Y ella no se alejó.
Entonces las puertas del cielo se abrieron y mis labios rozaron los de ella. Había total dulzura en el ambiente. Fue un beso cálido, donde nuestras bocas se estaban conociendo. Mis labios repercutían con sensación de bienestar en todo mi cuerpo. Mi mejor Navidad estaba sucediendo. Gracias Jesús! Seguimos bailando, por largo tiempo. Había momentos en que solo nuestras manos bailaban en un trance profundo.

Los besos habían amainado y yo ya tenía ganas nuevamente. Entonces le pregunto “me das un beso”. “No”, me dijo seriamente. Me sentí afligido. Me fui solo a pedir un agua a la barra y pensaba que hacía alrededor de tres horas que estábamos todo el tiempo juntos. Quizás estábamos un poco alienados. Así que me quedé un ratito por la barra y después me fui al baño. Habían pasado unos quince minutos, volví con ella. Ella estaba tomando sus cosas para irse. “Adónde estabas? Por que me dejaste sola?”. Ella estaba realmente mal. “De repente me vi en este lugar y sola…”. Me desubicó, la pensaba más independiente, y que no me había querido besar la última vez porque estábamos muy pegados. “No lo hagas mas por favor” me dijo. Nunca un reclamo me cayó tan bien. “Obvio, perdóname”. Nos besamos nuevamente. Entendí que a Meli no le gusta besarse mucho en público.
Nos fuimos del lugar caminando por la noche de Cusco. Quise besarla y me dijo. “No me gustan las parejas que se besan en la calle”. Coincido bastante con ese pensamiento así que tampoco la besé. Le dije que quería dormir con ella. Ella me dijo que mañana venía conmigo al Machu Pichu. Es decir íbamos a dormir juntos en Aguas Calientes que es el pueblo que queda debajo.

De todas formas, me invitó a su hostel a que lo conozca.


8 - Agua, Cielo y Tierra

Melissa estaba en un hostel de Monjas. Liderado por una Hermana muy estricta, que no la dejaba traer invitados a su habitación, menos hombres. Le dije si quería ir a mi hostel pero mis diez soles por noche eran muy poco para ella.
En el camino me llevó a ver un venado hecho con luces. Me dijo que en un momento parecía como que corría. Eran solo luces pero arrancaba despacito y después las luces de las patas se sacudían mucho, daba la impresión de velocidad. En verdad, me pareció solo porque ella me lo aclaró antes, cuanta imaginación, pensé. Me encantó que compartiera ese detalle de locura conmigo.
Llegamos por fin a su hostel. En la puerta estaba el cuidador. Hasta que nos abrió ella me miraba y se reía, parecía nerviosa. “Hola” y me agarra de la mano y me mete adentro con rapidez. Ya estábamos entrando. “Disculpe, señorita. El chico no puede entrar. La hermana…” Melisa no lo dejaba terminar… “No, pero está conmigo”, “Le digo que no puede entrar, se va a enojar mucho…”. “Tengo que mostrarle algo, dice que su hostel es mejor que el mío”. Habíamos jugado con ese tema pero no pensé que lo compartiera con el guardián. “No, no, no….” “Sí sí sí…” Entrá y me gritá que entré, yo estaba colgado. Fuimos a su habitación, ella me advirtió que estaba desordenado, estaba mejor que mi mejor orden. Nos besamos rápida y apasionadamente, nos tiramos en la cama. Yo estaba realmente excitado, pero no pasó de ahí, antes de lo que yo pensaba, ella cumplió con su palabra. Tenés que irte. No podes estar acá. A mi me costó aceptar, pero ella se incorporó y me abrió la puerta. Cuando salgo veo al guardián a dos metros de la habitación. Se va corriendo, para que yo no lo vea. Me voy de su hostel, con la promesa de ella que mañana me llame tempranito para ir a sacar su pasaje al Machu Pichu y así viajar juntos.
Salí y no sabía adonde estaba, así que me tomé un taxi, por tres soles. Es el valor mínimo, hizo cuatro cuadras y me dejó en mi hostel. Dormí muy plácidamente, estaba perfecto y sin pulgas.
Me levanté temprano, me bañé, respiré y la llamé. “Hola, Meli… como estas?”, “Bien, vos?”. Mi voz pretendía ser dulce y contento, pero la de ella era normal. “Nos encontramos en media hora en la plaza central, dale? “Si, dale!” me respondió ella animada hasta cierto punto. “Llevá todo para sacar el pasaje”, aclaré por las dudas. “No, me arrepentí, no voy a viajar”. Balde de agua, pero no le insistí, ni le pregunté por qué: Ok, querés que nos veamos de todas formas? “Sí”, me dijo ella.
Nos vimos, ella estaba por entrar a desayunar a un Mcdonalds en Cusco. La combinación me desagradaba, le pregunté si podíamos ir a otro lado que había visto de camino a encontrarme con ella. Fuimos y el lugar era hermoso. Pero nos dijeron que a partir de las 11 am no hacían desayunos. Muy mcdonalds. Nos fuimos a otro lugar después de caminar mucho por el centro de Cusco. Ella tenía que encontrarse con una amiga que había conocido en el viaje. Se llamaba Shirley. Yo quería que se quedara conmigo, pero sus planes eran inamovibles. Pedimos unos licuados y unos panes con queso. Yo pedí licuado con multifruta. Meli, solo pidió de Mango. Yo no entendía. Teniendo todas frutas como solo de Mango… “No es re Mango tu licuado?” Ella se reía mucho. Estábamos pasando el rato como amigos, no había beso ni nada. Igual la metodología "amigos" partía desde ella.
Me mostró una carta que le había escrito a su amiga Shirley. Tenía mucho amor y agradecimiento. Estaba pensando "yo también quiero un regalito", cuando saca un collar de la Cruz Andina y me lo regala. Y esto es para vos. Para su ego me dice “Lo había comprado para otra persona pero te lo regalo”. Yo no paraba de mirar la cruz, nunca la había visto. Estaba realmente agradecido. La cruz es de piedra y tiene cuatro colores: blanco, celeste, negro y marron. Gran combinación. Para el que lo entienda... parecía el Rafa Gorgory cuando Liza le regala el trencito Chu-Chu-Chuuu. No paraba de decirle que me encantaba. Tenía otra piedra que había encontrado del último viaje a Larcomar. Era negra brillante. Se la regalé y le gustó, aunque no era muy demostrativa.
En ese momento, se largó una lluvia torrencial. La calle se inundó, parecía Venecia, creo. El barcito en el que estábamos desayunando tenía una música muy agradable y era todo de madera, afuera la lluvia. Algunos extranjeros que entraban y subían al piso de arriba. Y yo que estaba muy confortable con todo. Observé la Cruz que me había regalado al hombre que atendía el bar. Le pregunté que era y no me supo explicar muy bien. Meli me dijo ella sabía lo que significaba.
La Cruz Andina es la cruz que veneran los Incas. Tiene muchos significados. Tiene muchas puntas porque cada punta significa algo. Por ejemplo, la de arriba el cielo y la de abajo la tierra. Y en el medio tiene un agujero vacío. Es adonde tenemos que ubicarnos. En el centro, en el vacío. Tenían el concepto de “estar en el centro”, en el ser... muy desarrollado. Me pareció increíble que lo Incas buscaran eso yo busco cada segundo. Y además era un poco parte de la charla que tuvimos ayer en Navidad con ella. Yo le comentaba que este año que pasó, mis 28 años, el 2009, fue mi mejor año. Me pasaron muchas cosas, pero principalmente porque estuve más cerca de mí. Que sentía que me estaba encontrando y eso me daba mucha felicidad.
Además haberme encontrado me ayudan a encontrar a personas como Eva, como Meli. Simplemente es encontrarme a mí, en otras personas. Es reposar, relajarme.
Cuando Meli me explicaba agarraba la cruz que colgaba de mi cuello, muy cerca de mí y no pude evitar besarla suavemente. Ella no quiso más. Sin dudas algo extraño le pasaba pero se lo aceptaba sin cuestionarle.
Hubo un solo intercambio acerca del viaje. Arrugaste al final, le dije. Si, arrugue, me confirmo ella.
Me acerqué hacia la puerta del bar. Descansé sobre uno de los vértices, el agua bajaba por la calle como un río exaltado y la lluvia no amainaba. Meli se me acercó y me abrazó. La música de fondo y la atmósfera de Cusco hicieron el resto. Fue un gran momento. Había paz y armonía.
El momento fue interrumpido, por los licuados y el pan que llegaron a la mesa. Meli llamó a su amiga para irse. Comimos y tomamos rápido todo. Meli no tenía la misma paz que Eva, era más un torbellino con más fuerza que tranquilidad. De todas formas la seguí a su ritmo. En el camino vemos una tapa que se había salido de la alcantarilla. El agujero que se había formado en la calle era muy peligroso, así que metí mis piernas en el agua crecida y arrastre la tapa, que estaba pesadísima hasta el agujero. Melissa, me dice la buena acción del día. Me gané un rato más con ella. Me subió al taxi y me llevó a la plaza central. En el viaje ella me decía no puedo decirle a Shirley y su familia: “bueno, él es Darío. El chico que conocí ayer”. Meli era muy correcta, no se lo permitia en serio. Llegamos y le pregunté: Me tengo que bajar, no? Si. Me dio un beso liviano y me bajé del auto.
Estaba un poco triste caminando por la plaza central. Me sentía un poco desechado. Pero tenía el viaje al Machu Pichu por delante.
Me bañe nuevamente, el agua era tibia-fría y separé las cosas que iba a llevar al Machu Pichu, eran 24 hs. completas, así que era bastante.
Al bajar, le comentó a la gente del hostel que me voy a ir al Machu Pichu, me dijeron que ellos me arreglaban todo el viaje para cuando llegue allá. Guía, hostel, comidas y entrada. Les pedí un presupuesto y me fui a comer un omelet vegetariano y una sopa de espárragos. Estaba muy lleno. El dueño del restaurante era un buenazo, hablamos algunas cosas sin demasiada trascendencia.
Volví y Miguel, el dueño del hostel, me hizo un presupuesto igual al numero que tenía pensado gastar. Así que le acepté para que la persona que me dejo dormir por diez soles se haga una diferencia. Le pagué todo por adelantado, doscientos soles y no me dio nada a cambio, podía confiar en sus ojos.
Fui a la terminal de Ómnibus y me tomé una combi hasta Ollantaytambo. Viajamos una hora y media y a un precio demasiado accesible. El paisaje era alucinante. El resto de la tripulación dormía yo no podía dejar de apreciar todo. Las casas en medios de las montañas, me dejaban pensando. Las fotos mentales que sacaba eran increíbles e imborrables. Recuerdo la cara de una nena mirando la combi pasar, pude ver otro tio de felicidad en su rostro, era todo muy natural.
Llegamos Ollantaytambo, el lugar de donde salía el tren hacia Aguas Calientes, la ciudad del Machu Pichu. El sol ya estaba ocultandose, tenía dos horas en la ciudad esperando mi próximo tren. Entonces bajé a unas piedras, persiguiendo un sonido de agua natural y me encontré con una cascada que observé por largo tiempo en amplio silencio.
Me reincorporé y fui a la plaza central, ya era de noche, casi. En la plaza central de Ollantaytambo habían dejado todo apagado para que las lucecitas de navidad que tanto esfuerzo debían haber costado se lucieran. Me senté a meditar en la plaza central. Era muy chiquita y había muy poca gente, todo muy romántico. Se respiraba silencio y paz. Terminó mi corta meditación y fui a caminar por el pueblo. Me metí por veredas que solo pasaba una o dos personas de ancho, era todo de piedra. Estaba todo oscuro, la luz era lunar y las casas eran pura construcción incaicas. El lugar era un sueño, pero la noche, la oscuridad y la soledad, me daban un poco de adrenalina. En ese camino divise en frente mío a un hombre que parecía pasado de alcohol discutir con otro con acento agresivo. Pase por al lado de ellos e hicieron silencio, tuve miedo. Seguí avanzando y no me siguieron pero dejaron de discutir. Decidí volver a la plaza central.
Pasaron rápidamente las dos horas, mi tren llegó y partió. En el viaje dormí, bastante. Esperaba que Miguel cumpliera con su palabra y que esté todo listo esperándome cuando llegara a Aguas Calientes. No por desconfiar de la palabra de Miguel, pero me parecía demasiado estrés para una persona de Cusco, organizarme el viaje a un lugar que quedaba a cuatro horas de donde estaba él.
Llegué y me esperaba una chica con casi mi nombre: “Darío Miranda” y un guía estaba gritando mi nombre. Alivio, gracias Miguel.
Arreglé con el guía encontrarme a las 7:40am arriba y lo despedí. Fui al hostel acompañado por la chica que me fue a recibir y era bonito. Pero me dijo que no había comidas como habíamos arreglado (ni desayuno, ni almuerzo ni cena). Uh, llamé al número que había llamado por última vez pensando que era Miguel:
“Si, yo compré un paquete con comidas y en el hostal me dicen que no hay comidas reservadas. Quería por favor que me arreglaran todo”. Del otro lado de la línea le costaba entender lo que me estaba sucediendo, yo le exigía una solución, y de repente me encontré con un poder de resolución de la otra línea impecable. “Bueno consumí todo lo que tengas que consumir y tráeme los tickets, yo voy a ir a hablar con la agencia y sino hablo con la oficina de turismo para que te devuelvan todo el dinero”. “Wow, Muchas gracias. Me voy a dormir”.
“Dale, te quiero mucho. Un beso”… Te quiero mucho??? Que agencia más rara. No entendía, ah listo, había llamado a Melissa. La desperté nuevamente y le pedí, perdón. Se rió y se volvió a dormir. Luego llamé a Miguel y me arregló el almuerzo. Cena y desayuno del día siguiente perdidos, no me importaba.
Me fui a dormir tres horas para al otro día subir al Machu Pichu a las cuatro de la mañana.

 

9 -Montañas interiores

Me levanté un poco más tarde que las 4 de la madrugada planeadas. Todavía era de noche. Había movimientos en el hostal, en el resto de las habitaciones ya estaban despiertos también. Me di cuenta que llovía mucho. Me puse el máximo abrigo que tenía: el pullover azul, con cierre y capucha. Bajé, la chica de la recepción dormía en una cama pública. Llovía mucho y no tenía nada para que la lluvia no me invada. Antes de salir veo una señora parada del lado de afuera de mi hostel, mirando para adentro. Que vendía? Pilotos para agua, en ese momento me sentí como bendecido. Nada malo podía ocurrirme. Le compré uno y salí a la calle, no sabía bien para donde ir. Fui al kiosco que estaba recién abriendo. Compré muchos cereales, pasas de uvas y dos aguas. Sentía que iba a un lugar muy lejos. Encontré algunos extranjeros que estaban por ahí. Estábamos en frente de donde se sacaban los boletos para ir en Bus hasta arriba, el Machu Pichu. En el lugar llovía y nosotros esperábamos bajo techo. Abría a las cinco de la mañana y todavía no eran.
En ese momento, se empieza a formar una cola directamente en la casilla de venta de pasajes bajo la lluvia. Se forman varios, entonces había dos colas. Cuando se unieron hubo mucho tumulto, nadie quería ceder el lugar. Los que estaban enfrente justificaban haber llegado antes y los que estaban esperando al lado de la casilla, que se estaban mojando. Si le sumas los diferentes idiomas y las cinco de la mañana, me estaban generando muy mal humor. Yo me mantuve al margen de la discusión. Había un flaquito con su novia llegados después que yo, que estaba discutiendo con los de enfrente, pero se puso adelante mío salteando mi lugar. Estaban muy irritados, así que le hice una pregunta al que más tenía ganas de pelearse. “Sabes si el pasaje de bajada se puede sacar arriba o hay que sacar acá ida y vuelta?”. “Sí, se puede, no hay drama te venden arriba también”. Se sintió útil, le cambió el humor y se olvidó de la pelea, funcionó.
Entonces, vino el micro y comenzó el viaje hacia arriba. Adelante mío había cuatro chicas, cortaron a tres en un micro y otra se quedo sola, y subió a mi micro. Pude, haberme sentado (del lado del pasillo) a su lado para conocerla, pero elegí abstraerme de todo y buscar un asiento con ventanilla.
El micro viajaba rápido por caminos muy angostos. De vez en cuando, venía un bus de vuelta y los dos no entraban, así que el que venía daba marcha atrás hasta encontrar un camino grande. El de ida tenía prioridad. El paisaje no era real, montañas enormes, con cataratas, lagos espejados, nubes que dividían la montaña en dos. Pensé que tranquilamente ahí podían haber habitado dinosaurios en su época. Eran tantas las fotos mentales que se me acababa el rollo.
Luego de cuarenta minutos, llegamos. El micro nos dejó en un clásico lugar para sacar la entrada y hacer el chequeo. Bajamos y había una cola opcional que no entendí, ni pregunté, la salteé y fui a dejar mi bolso en el guardarropa. En ese momento comenzó una angustia terrible a crecer en mí. Eran las cinco y cuarenta y mi guía venía a las siete y cuarenta. El tenía supuestamente mi entrada que era muy cara por lo que no podía comprar otra. Aparecieron mis dudas: Vendrá? Sabrá que tiene que traer mi entrada? El flaco me va a guiar aburridamente solo a mí? Tengo que esperarlo dos horas en este sitio bajo la lluvia mientras que todos entran? Increíblemente estaba casi por ponerme a llorar, estaba totalmente arrepentido de haberle comprado todo con anticipación. Cuando de repente escuchó a un flaco decir: “Sí, mi guía viene a las 7:40”. Rápidamente fui a hablar, “por casualidad, tu guía se llama Miguel”. Me dijo “Sí, por suerte llegamos temprano para conseguir lugar para el Wayna Pichu”. Que alivio, todos los que estaban ahí estaban en mi situación, había que hacer la cola temprano para conseguir lugar para la otra montaña, en la cual solo entran doscientas personas por día. Me sentía tan contento con ellos que no paraba de hablarles e intentar caerles bien. Se llamaba Nahuel y era venezolano, alto y morocho y un poco afeminado en su forma de hablar. Había viajado por todo el mundo y contaba cada viaje como un producto que había adquirido. Después de media hora, ya no me interesaba lo que hablaba pero mi agradecimiento no me dejaba despegarme de él y su amigo mexicano. No pude evitar aburrirme de los diálogos superficiales y casuales. Nadie decía nada interesante, yo tampoco. Me alejé para ir al baño, pero me cobraban un Sol la entrada al baño. Estábamos en el medio de la montaña, así que hice por ahí y ya no volví a unirme a ellos.
Me quedé sentados cerca esperando que venga Miguel, el guía se llamaba igual que el hostelero al que le había comprado el paquete.
Vino Miguel a la hora estipulada, muy puntual. Llegó y lo esperaban alrededor de cincuenta personas, pero apenas llegó lo primero que hizo fue preguntar, “Darío”. Me acerqué y me saludó muy cordial. Tengo tu entrada y tu lugar para ir almorzar ya esta todo listo. Relajo total. Gracias Miguel, hostelero.
Entramos, Miguel se fue con el grupo que hablaba en inglés, con nosotros vino Washington, “Washi”.
Entramos al Machu Pichu con todo el contingente. El guía comenzó a explicarnos todo sobre el Machu Pichu, para mí era interesante porque no se basaba en lo que se puede leer en los libros o en Internet. Le daba una vuelta al asunto y al final terminaba siempre con la frase: “Ustedes saquen sus propias conclusiones”. Mis sentidos comenzaron a agudizarse. Mi vista estaba siendo acariciada con una ciudad que se escondía bajo unas nubes, y se deslumbraba casitas de piedra y en sí, el Machu Pichu desde arriba, que significa Montaña Vieja o Antigua, también el silencio del lugar, solo roto por turistas. Había un aroma especial también. Hasta ese punto era solo lo que el Washi contaba, que me caía muy bien a diferencia de la otra gente que lo criticaba por no ser objetivo. Washi hablaba mal de los Españoles que intentaron conquistar a los Incas y de Hiram Birgman, una persona de Estados Unidos que se llevó todo lo valioso en material y simbólico para hacerle estudios y nunca lo devolvió. Llamativamente en Perú, su nombre es bastante venerado, hay varias plazas con ese nombre. Como diría mi amigo Washi, saquemos nuestras propias conclusiones…
El recorrido guiado me llevó al interior del Machu Pichu, rápidamente bajamos, estábamos pisando tierra que los Incas habían construido magistralmente. Washi la seguía rompiendo con sus explicaciones y yo que cada vez estaba más adentro del Machu Pichu. Había un agujero que se ve que los Incas usaban de Micrófono. Hablabas dentro de este y la voz se multiplicaba por diez. Las piedras indicaban las estaciones del año, los puntos cardinales, etc. Todo era de una inteligencia suprema. Había piedras que daba ganas de tocar pero Washi no dejaba.
Terminó el recorrido por el Machu Pichu guiado en una piedra que con mucha imaginación parecía un puma, símbolo importante para los Incas. Le había pedido al venezolano que me sacara algunas fotos ya que nunca tuve la costumbre de la cámara. Seguía teniendo deuda, con Nahuel. Me encontraba bien, pero necesitaba hacer mi propio camino en el Machu Pichu. A las diez de la mañana entramos al Waina Pichu(montaña nueva), la subida demoraba una hora. Entraron y Nahuel y el mexicano me esperaron para subir juntos. La verdad que no me interesaba su compañía. Ellos subían a un ritmo lento, así que me olvidé de las fotos que me había sacado Nahuel y de todo y aceleré la marcha y perdí todo contacto con ellos. La subida era cansadora pero le paisaje y el camino era energizante. Subí a gran ritmo, la cumbre era grande, pasé por una cueva y recorriendo la cumbre encontré una piedra inclinada que me cubría de la lluvia. Me senté debajo de esta, observé el paisaje desde arriba con fascinación. Comencé a meditar, pero mi rodilla estaba fuera de la roca y al alcance de la lluvia. Me puse de pie y seguí caminando hasta que encontré una casita Inca, no había muchos turistas alrededor, mejor. La casa no tenía techo, tenía tres ventanas. Generalmente los hogares Incas tenían tres ventanas, una para el cielo, otro para lo mundano y otro para la tierra o los muertos.
Me puse debajo de la ventana del cielo, según había explicado Washi en su momento. Daro, me había pedido que le dedique un Kriya, una respiración especial, en el Machu Pichu. Comencé a hacer el Kriya bajo la ventana en la cima de la montaña. Cuando inhalaba el aire era muy energizante. Mientras hacía la respiración, vino un grupo de turistas que por el acento reconocí que eran chilenos. “uh, mira…”, “Vamos a molestarlo, po” decían. Entraron a la casa y comenzaron a decir “Ohm”… Yo sonreí y se fueron sin lograr su cometido. El Kriya terminó y la energía que tenía era desconocida en mí. Abrí los ojos y me encontré nuevamente con la cima de la montaña. Fue un momento de hiperfelicidad. Tenía un poco de euforia. La lluvia no cesaba y comencé a descender. El común de la gente bajaba a otra velocidad que yo. Me sentía una especie de animal y comencé a descender como si conociera la montaña, no era respetuoso con la gente que bajaba, les pasaba por al lado a toda velocidad. Era muy divertido y no tenía miedo. Quizás alentaba a algunos que estaban subiendo o bajando el Waina Pichu .
Regresé al Machu Pichu al mediodía y me senté en un lugar que según Washi era un lugar Chill Out para los Incas, para descansar y airearse. Había dos niñas y sus padres jugando. En ese momento la frase de Eva, pasó por mi cabeza que me decía que no me preocupe, que ya voy a tener familia. Comencé a pensar que quizás mi camino no pase por tener hijos, quizás vaya por otro lado. La idea me llenó aún más de energía y fui a recorrer el Machu Pichu pero esta vez sin guía.
Fue mucho más emocionante, mi cabeza hizo una película de lo que era cada lugar. Es como leer un libro, la fantasía de la mente es mucho más interesante que lo que los ojos pueden decodificar. Sentía que había llegado a un sótano, creo que el lugar no era visitado por turistas, porque seguí investigando y, de repente, llegué a un lugar que había palas y artefactos modernos para trabajar piedras. Me vinieron algunas dudas, que tenía que resolver. Interrumpí a un guía que estaba con dos orientales. Cuanto de todo esto es reconstruido. Me dijo que el cinco por ciento del Machu Pichu fue reconstruido y que algunas piedras se las perfecciona. Aceptado.
Estuve por ahí, dando vueltas, me llevé una piedra que estaba en el suelo, piedra que había observado como una civilización se destruyó por completo por el ego humano.
Era la hora de bajar del Machu Pichu, lo estiré al máximo posible. Baje caminando hasta Aguas Calientes. El camino fue largo, pero mi cabeza estaba conectada conmigo y fue guardando impresiones que nunca más olvidaría. Fotos, lugares, olores, momentos, pero ese lugar tiene algo más que es inexplicable, se puede decir que es energía, pero creo que hasta esa palabra mística queda chiquita. Había muchos animales arriba, muchos pájaros sin árboles, me sorprendió. En fin, estaba totalmente confortable.
Llegué hasta Aguas Calientes y fui a almorzar al lugar que los Migueles me habían reservado. Me senté y todo perfecto. La comida era riquísima. Al lado mío se sentaron cinco chicas solas que se reían mucho. Yo estaba todavía conmovido. Tuve la misma sensación que el protagonista de “Diario de Motocicleta”, sentía nostalgia por algo que nunca había conocido
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PERU
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LIMA/CUSCO

OPINIONESPERU ALMA Y VIDA

  •  murphy escribi el 1/5/2010:
  • - Explendido relato. Ójala algún día pueda realizar el mismo trayecto que vosotros. Lástima que no haya ninguna foto del viaje. Un saludo viajero.


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